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La renuncia de Mesa

La renuncia de Carlos Mesa supone una nueva vuelta de tuerca en la eterna crisis boliviana. Mesa dice que se va porque el país es “ingobernable” y acusa directamente a Evo Morales y a Abel Mamani de ser los responsables del caos. Francamente insuperable.

La frustración de Mesa pretende culpabilizar a quienes se rebelan, a quienes luchan por transformar la desgraciada suerte de un país expoliado y sangrado en sus riquezas. La imagen de un Mesa “civilizado” se contrapone a la de unos “salvajes” Morales y Mamani. El hombre contra la bestia, para entendernos.

Sin embargo... Vamos a analizar su discurso de “despedida” (veremos). Basta con extraer algunas de sus frases textuales.

1.- El victimismo: “¿Qué hemos hecho todos para merecer que el país esté totalmente bloqueado en las próximas horas?” (en alusión a los bloqueos anunciados desde El Alto y Cochabamba). Alguien debería explicarle al presidente que los bloqueos son la respuesta de una población cansada de vivir en la miseria y que el verdadero origen de esos bloqueos que tanto le molestan (quizás no pueda ir tomar el té al Country Club, Dios mío!) son las políticas de las transnacionales y de las grandes corporaciones del dinero como el FMI y el Banco Mundial. ¿Por qué no cambiar el enunciado?: “¿Qué hemos hecho todos para merecer que nueve millones de habitantes tengan que vivir en la miseria mientras las riquezas del país se van directamente a Miami o a Suiza?”

2.- La defensa de las transnacionales: “La Ley de Hidrocarburos que plantea el honorable Evo Morales, jefe del MAS, es una ley inviable e imposible (...), es una ley que la Comunidad Internacional no acepta, y que las empresas petroleras van a llevar al arbitraje”. Perdón, señor Mesa, ¿qué comunidad internacional? Porque a mí nadie me ha preguntado. Y si se refiere a lo que opinen individuos como Rodrigo Rato, director del Fondo Monetario Internacional, habría que recordar, una vez más, a qué intereses están sujetos estos tipos y quién les ha elegido. El concepto que tiene el señor Mesa de la “comunidad internacional” causa risa. Suerte que después lo aclara al referirse directamente a las “empresas petroleras”. Ah... Haber empezado por ahí. Ahora lo entiendo. Me está diciendo que empresas como Repsol no van a aceptar pagar más impuestos al gobierno boliviano (Morales sólo pide eso! ni siquiera la expropiación, snif) por enriquecerse a costa del petróleo boliviano. No, si ya sabemos que bobas no son estas empresas... ¡Cómo iban a aceptarlo! Lo que ocurre es que lo que se pone en cuestión es precisamente eso: si el pueblo boliviano puede recuperar la gestión o no de sus recursos naturales. Evidentemente, Mesa opina que no.

3.- El chantaje. “Para que usted maestro, para que usted médico, para que usted trabajador de salud, trabajadora de salud, maestra, médica, reciba a fin de mes su salario, necesitamos el apoyo y el dinero contante y sonante que nos llega desde afuera”. Ah. Claro. Es que los bolivianos, además de salvajes, viven de la caridad occidental. Gracias por aclarárnoslo... Hummm... ¿y qué ocurre cuándo algunos bolivianos plantean recuperar esos recursos que les permitirían generar ingresos propios? Pues que la “comunidad internacional no lo acepta”. Ah... ¿Entonces? ¿Qué nos queda? Pues vivir de la caridad y estarse quietecitos. En su desfachatez el señor Mesa llega a amenazar con retirar el salario a los funcionarios públicos. ¿Qué proporción supone eso para el presupuesto nacional? ¿Cuánta plata se gasta en mantener a un ejército en guerra constante con los cocaleros? ¿Para eso sí hay plata? ¿Y para los maestros, si siguen protestando, no la habrá? Es el colmo.

4.- Declaración de amor a las transnacionales: “Bolivia necesita más que ningún otro país de América Latina la inversión extranjera y la cooperación extranjera, porque no hay un solo país en América Latina más dependiente que Bolivia en lo que hace a la cooperación”. Bueno, bueeenoo... Calma. Cada dos frases el señor Mesa dedica una a recordar a los bolivianos “lo dependientes que son”... De nuevo el pez que se muerde la cola. ¿Y cuándo luchan por liberarse de esa dependencia? ¡Qué malos son!... Habría que explicarle –ya lo sabe, pero no importa- que esas “inversiones” son en realidad operaciones de neocolonialismo organizadas para sangrar a Bolivia de todas sus riquezas y engordar las cuentas bancarias de los miembros de las juntas directivas de esas grandes empresas. ¿No? ¿Qué pasó con las inversiones de los barones del estaño? ¿O es que la calidad de vida de los orureños es hoy espectacular? ¿Dónde está esa riqueza? ¿En Suiza? ¿Alguien cree de verdad que la explotación del gas natural beneficiaría en nada al pueblo boliviano? No me hagan reír. Basta con ver la cara de mi paisano, Antoni Brufau, presidente de Repsol YPF, para darse cuenta de que no va a ser así.

Es cierto que Mesa goza de cierto apoyo entre la población boliviana. Es un hombre que sabe venderse como lo que representa, el “papá bueno y blanco”, pero no hay duda de qué intereses defiende. No para quienes hemos conocido la verdadera alma del pueblo boliviano.

Josep Maria Deop.

Antropólogo y periodista.

Comité de Solidaridad con los Pueblos Indígenas.

7 de marzo de 2005

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